
La renovación de liderazgos en los partidos políticos es un reto al cual se enfrentan todas las organizaciones. Cada ciclo demanda sus voces, cada proyecto sus caras visibles y cada contienda electoral demanda sus personas candidatas. Dentro del actual proceso de repensar la ciudad i repensar Barcelona en Comú han surgido dos granes polos de reflexión en torno a la cuestión del liderazgo. En primer lugar, la constatación que nos encontramos en una época con tendencia a la personalización y la generación de hiperliderazgos, sobre todo en el ámbito local. En segundo lugar, en una apuesta por liderazgos ya consolidados en los últimos diez años. Estos dos factores llevan a la conclusión de que nos encontramos en un momento clave en el proceso de surgimiento de nuevas caras y nuevas voces. La necesidad de formar y acompañar a personas desde las bases del partido para que puedan tener espacios y momentos donde poder mostrar su valía, se convierte en un aspecto troncal en los próximos meses.
Sobre qué podemos hacer en Barcelona en Comú para asegurar una renovación de los liderazgos transparente y activa, y cómo podemos acompañar la emergencia de nuevos referentes, me gustaría poder compartir algunos elementos de reflexión.
No es una cuestión numérica
Barcelona en Comú lleva 12 años teniendo roles institucionales. En este tiempo, han ocupado la posición de concejal/a un total de 22 personas diferentes, habiendo tenido una horquilla de entre 9 y 11 concejales en el Ayuntamiento de Barcelona. En este sentido, sólo en lo que se refiere a las personas que han hecho de concejal/a ha existido un nivel de cambio considerable. También ha cambiado la dirección un total de 5 veces en 10 años, habiendo desempeñado el rol de dirección más de una veintena de activistas, siendo la dirección un espacio coral compuesto por 8 personas.
Mirando los números, no parecería, a priori, que hubiera un problema de carencia de rotatoriedad o pulsiones de perpetuarse en puestos de responsabilidad. Esto me lleva a concluir que no es tanto un tema de ocupación de espacios, sino de ser influyente. El liderazgo no es un cargo, es una influencia.
¿Quién tiene o puede tener esta influencia?
En ese aspecto yo veo dos variables. La primera es la capacidad de seducción y de transmitir firmeza sin perder a la humanidad. Una persona referente debe ser inspiradora, no impositiva, debe saber escuchar y hablar, debe saber cargar con el peso de las decisiones y ser capaz de poner el interés general a su particular. En este ámbito aparecen aspectos muy vinculados a la personalidad, la trayectoria vital y los valores de cada uno.
El segundo aspecto es la visión. Un liderazgo político debe tener y saber transmitir la razón por la que es alguien susceptible de representar a un colectivo. Debe tener algo que aportar. Ya sea a través de sus conocimientos como a través de su capacidad de guiar a un colectivo hacia la consecución de unos objetivos.
¿Los liderazgos se generan o se detectan?
No existen factores biológicos como la edad o la genética, ni factores de género, clase u origen que propicien mejores liderazgos. Sí que existen características que los espacios han premiado históricamente y que es importante poder establecer democráticamente y de forma transparente. Barcelona en Comú debe poder establecer qué referentes quiere generar. Partiendo de la premisa que queremos parecernos y representar a los vecinos y vecinas de nuestra ciudad, en Barcelona en Comú tiene la posibilidad de convertirse en un referente aquellas personas que entiendan la política desde la acción colectiva, sean generosas en las ocupaciones de espacios, obtengan reconocimiento y legitimidad del trabajo y las ideas, sepan movilizar, convivir persona, aglutinando ideas y voluntades, siendo capaz de generar un grado suficiente de aceptación interna y externa en el espacio político.