¿Cómo podemos actualizar el hecho lingüístico catalán para que acompañe a la ampliación de lo que significa ser de Barcelona? ¿Qué políticas podemos afrontar para reducir la brecha idiomática en la ciudad? ¿Cómo ponemos en valor el tesoro cultural de las más de 300 lenguas que se hablan en Barcelona sin renunciar al reconocimiento y promoción del catalán?

Es ya innegable paseando, viviendo, relacionándose en Barcelona que el uso del catalán ha sufrido un retroceso muy significativo en los últimos años. Así nos lo dicen los datos: a principios de 2000, el 46% de la población tenía el catalán como lengua de uso habitual. El 2023 es un 32,6%. De 2,6 millones de hablantes, 2,2 millones. En unos años en los que la población en Cataluña ha crecido en más de un millón y medio de personas.

Por el contrario, el castellano es la lengua de uso habitual del 46,5% de la población. ¿Qué consecuencias se extraen de estos datos? Que ahora mismo, para estar integrado en Cataluña es mejor aprender el castellano que el catalán. Éste es el duro diagnóstico que tenemos delante. Y ante este hecho tenemos dos opciones: claudicar y dejar morir al catalán o remar para que vuelva a ser la lengua principal de uso en Cataluña.

Desde Barcelona en Comú lo tenemos claro. Queremos que el catalán sea el punto de encuentro en medio de las 300 idiomas que coexisten en Barcelona. El catalán debe ser una herramienta contra la segregación, debe ser una lengua útil, que se usa, que se habla. Para que así sea, debemos hacerlo llegar a los lugares donde no está llegando. Y debemos ser honestos: no es que el catalán no llegue a todas partes para que la gente no lo conozca (el 93,4% de la población lo entiende y el 80% lo habla) sino que la gente lo sabe, pero no lo usa.

Por eso, en Barcelona en Comú debemos comprometernos a dotarnos del catalán como lengua de intercambio, en nuestras reuniones, en nuestra comunicación… En segundo lugar, queremos por Barcelona el catalán como herramienta integradora. Por tanto, más allá de un foco necesario en enseñar el catalán a la gente que llega (el Pacto por la Lengua ya dedicará más de 100 millones de euros anuales entre aulas de acogida y el consorcio por la normalización lingüística), debemos hacer políticas la usen. Queremos que todos los servicios del Ayuntamiento de Barcelona sean en catalán: que todos los centros de deportes municipales, los centros cívicos… realicen todas sus actividades en catalán, así como que la lengua vehicular de la Guardia Urbana, Parcs i Jardins sea en catalán. También facilitar el conocimiento del catalán por todos los servicios que el Ayuntamiento subcontrata, como los servicios de limpieza.

Pero no sólo, necesitamos que el Pla de Barris tenga una rama de promoción y divulgación de la lengua y la cultura catalana, con actividades estimulantes para niños y adultos en catalán, incluir el fomento de las parejas lingüísticas dentro de actividades que ya existen, recuperar el proyecto Baobab para crear ocio en los barrios donde falta, potenciar más actividades de cultura en catalán.

En resumen, en los años 80 una de las grandes reclamaciones del PSUC fue la inmersión lingüística como herramienta contra la segregación y en favor de la integración. Hoy en día, la inmersión lingüística es una herramienta imprescindible, pero debemos ir un paso más allá. Ya no está focalizado únicamente en la escuela, sino en todas las etapas de la vida. Inmersión en la edad adulta también en todos los servicios públicos y actividades. Y como herederos del PSUC debemos encarnar ese catalanismo popular, ese catalanismo que lleva el catalán a todos los barrios, que no deja a nadie atrás por su habla, pero que orgullosamente se reivindica y se lleva como bandera y como lengua vehicular a todas partes.

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